Estancia La Aguada
La
estancia La Aguada ubicada en la zona de Cabo Blanco a 15 Km. de ese lugar paradisíaco, pertenece a
la familia Manildo desde aproximadamente 1922, mi abuelo Alejandro, inmigrante
italiano arribado a la Argentina siendo apenas un adolescente, después de otras
actividades desempeñadas en Bs.As., viene como tantos otros europeos a la
Patagonia, ya casado , se dedica al oficio de carrero en la zona de la
cordillera en Chubut, con su esposa y cuatro hijos conviven en las tolderías
del lugar, tres de sus hijos nacen en Colonia San Martín, mi padre Alejandro,
tía Ana, y tía Andina , muy dura debe haber sido la existencia en esa época para la Abuela María, también
italiana , yo no la conocí, falleció joven, pero quedaron elementos de ella de
uso personal que nos daban pautas de una vida muy distinta a la que le tocó
vivir al emigrar de BsAs a la Patagonia.
Al
abuelo le gustaba trabajar la tierra, además de las tareas propias de la
ganadería, rodeó la casa de un pintoresco jardín, quinta con frutales variados y todas las
verduras que pudieran cosecharse en la zona, además de alfalfa para los
caballos.
Cerca
de la Estancia se encuentra la salina llamada Grandes Salinas de Cabo Blanco,
recuerdo que el abuelo traía sal y la dejaba secar al sol para luego guardarla
en frascos, siempre se utilizó esa sal para las comidas también en casa de mis
padres, y no sé si es nostalgia pero puedo asegurar que le da un sabor
especial….
Con
el paso del tiempo, mi padre se hace cargo de los trabajos rurales, era el
único hijo varón, mis tías se casan y dejan la casa paterna del campo, tía Ana
se casó con Florián Torremocha guarda hilo del telégrafo de Cabo Blanco, tía
Andina con Francisco Dallpozzo, telegrafista del correo en Puerto Deseado, y
después empleado de comercio, tía Andina y tío Francisco dejaron en mis
hermanos y en mi los más gratos recuerdos de una infancia llena de mágicas
historias, barriletes y muebles de madera para las muñecas, por suerte vivían
alado de mi casa con los patios comunicados por lo que el contacto era continuo,
ellos no tenían hijos.Tía Amanda se casó con Domingo Menicucci el sastre del
pueblo, tenía la sastrería en la calle Don Bosco.
Cuando
mis hermanas mayores comenzaron la escuela, mi madre se quedó en el pueblo,
pero para los trabajos rurales como esquila, señalada etc.siempre había alguna
tía disponible para cuidarnos y ella acompañaba a papá en el campo.
Nosotros
pasábamos las vacaciones de invierno y las de verano en La Aguada, pero no
aislados, los domingos eran frecuentes las reuniones entre las familias de los
pobladores de la zona, Familias como los Rodríguez de estancia El Chara, los
Huiche de La San Lorenzo, Los Kuhnle de La Aguada La Oveja, Layana de Las
Violetas, Doña Camila y Don Valentín Roquefeuil de La Estrella, Familiares de
Florencia Font de La San Ramón , Los Ramirez de Estancia El Pajonal, Los
Quintanal de La Aguada a Pique y algunos más que tal vez no recuerdo, a veces
en alguna de las estancias y otras en Cabo Blanco compartiendo con la gente de
Marina que en ese entonces contaba con
una dotación de varias personas y algunos con sus familias, además de
las que ocupaban las dos casas del correo. Se compartían asados, tardes de
pesca, recolección de mejillones que eran consumidos por todos, puestos apenas
en una vieja olla sobre un fueguito en la playa, y por supuesto no faltaban los
partidos de fútbol, de truco en la casa del faro, había una verdadera
convivencia y quizás más vida social que la que llevaban en Deseado en los
meses de invierno.
También
eran frecuentes las visitas obligadas a las estancias en los trayectos de ida y
vuelta Deseado -La Aguada-Deseado, la huella no era la ruta en su estado
actual, demorábamos bastante, y si había llovido corríamos otra suerte…pero
insisto ¡era divertido! al menos así lo vivía yo en mi infancia.
Dora Manildo